4 may 2011

Emiliano Pérez Mencía - Valles de Benavente. Oficios tradicionales y artesanos [2006]


Emiliano Pérez Mencía: Valles de Benavente. Oficios tradicionales y artesanos. 224 pp. 24x17. Fotografías color. Rústica. 2006. ISBN: 84-933594-6-7.

ÍNDICE

Prólogo
Presentación

I. Relacionados con la madera y las fibras vegetales.
El carpintero.
Francisco Gallego, el carretero de Fuentes de Ropel.
Avelino, el tallista de Benavente.
Julio Vecino, escultor.
El Cubero.
Pablo, el carbonero de Pozuelo de Vidriales.
El último silletero.
Los talegoneros de Quintanilla de Urz.
El cestero.

II. Relacionados con la piel.
El pellejero.
El guarnicionero.
El zapatero.
Los boteros de Benavente.

III. Relacionados con los metales.
El herrero.
Higinio, el herrador de Tardemezar.
El hojalatero.
El alambrero de Castrogonzalo.
El afilador.

IV. Relacionados con la alimentación.
Elaboración del chocolate.
Elaboración del queso.
Elboración del pan.
El fideero.

V. Otros oficios.
Los alfareros de Junquera de Tera.
El esquilador.
El tripero.
El arriero.
El barquero.
Noé, el molinero de Mózar.
Hipólito, el capador de los Valles.
Lorenzo, el pescador de Olmillos de Valverde.
Los piloneros.

Bibliografía.

PRESENTACIÓN

Este libro es una recopilación de los reportajes que he publicado en el semanario La Voz de Benavente y Comarcas, principalmente durante el año 2005. No pretendo justificar su título, que podía haber sido también Viejos Oficios o algo parecido, pero sí quiero justificar, de alguna manera, el haber añadido “artesanos” pues casi todos y, sobre todo, las personas que los ejercieron, lo fueron, no sólo en cuanto a la forma manual de trabajar, sino también en lo referente a las herramientas empleadas y los productos, objetos o piezas obtenidas con su trabajo.
Todos trabajaron hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, cuando todavía no habían llegado ni se conocían, al menos por estos pueblos, las máquinas ni la industrialización de los productos. Su existencia, necesaria en el mundo rural, estaba ligada a una economía de autoabastecimiento. Esto, aunque ocurría más en las zonas de montaña o en aquellas alejadas de las ciudades en las que se necesitaba del zapatero remendón, del cestero, del herrero, del hojalatero, etc., también lo vemos en muchos pueblos de los Valles de Benavente, lo mismo que en otras comarcas de las distintas provincias de Castilla y León. En realidad, eran muchas las personas que trabajaban en estos oficios y que solucionaban muchas de las necesidades domésticas o laborales.
Si no existían en la localidad, los había en pueblos cercanos y ellos mismos eran los que frecuentemente se desplazaban para la venta de sus productos o para ejercer su trabajo. Así hacía el cacharrero, el afilador y cuchillero, el pellejero, etc. Además, cuando llegaban al pueblo, se anunciaban como era su costumbre.
Muchos de los oficios aquí recogidos ya desaparecieron, pero todavía viven algunos de los que los ejercieron o sus herederos, también conocedores de los mismos. He querido recoger y reflejar, a veces con el testimonio directo de los protagonistas, dónde y cómo trabajaban, así como los objetos o piezas que confeccionaban. Y también conocer algo sobre su vida y sus costumbres, y el lugar y la época que les tocó vivir. Eran unos años completamente distintos a los actuales, años marcados más por las carencias y necesidades, que por el bienestar, lo que, en muchas ocasiones, fue el motivo de la emigración de estas personas, o de una parte de ellas, a otros lugares de España, como Barcelona, Madrid, País Vasco, Asturias, o al extranjero, sobre todo a Europa. Sólo algunas, muy pocas, se quedaron en sus pueblos.
Son muchas las publicaciones existentes sobre este tema en otras provincias de Castilla y León, no tantas las referidas a esta provincia y menos todavía aquellas en las que aparezcan los pueblos de los Valles de Benavente, comarca ésta de importancia, situada al norte. Y esto me ha llamado la atención, pues sí que fueron muchos los que desempeñaron estos oficios tradicionales y artesanos, algunos de fama y renombre, como ocurría con los alfareros de Junquera de Tera y otros. Otra cosa es que los estudiosos del tema no se hayan ocupado de recogerlos o citarlos.
El progreso de la sociedad y las formas de vida proporcionadas por él no deben ser obstáculo ni impedimento para conocer el pasado, un pasado relacionado con la tradición, concretamente con los oficios y trabajos que eran imprescindibles para la vida diaria de entonces.
Los he agrupado según la materia prima fundamental y necesaria en la confección de los productos finales, procedentes del oficio tratado. De hecho, en la antigüedad, principalmente en las ciudades, también en Benavente, estos oficios estaban agrupados en gremios e incluso en calles. Pero no ocurría así en los pequeños núcleos rurales. Aquí, además, el oficio implicaba con más frecuencia a toda la familia, la del artesano.
Los textos de los reportajes aparecen ordenados en el libro en las partes o capítulos siguientes:
1) La madera y fibras naturales.
2) Los metales.
3) La alimentación.
4) La piel.
5) Otros oficios, no incluidos en los anteriores.
Tengo que agradecer, en primer lugar, a José Alfonso Blanco, editor y director del semanario La Voz de Benavente y Comarcas que publicó estos reportajes y al CEB “Ledo del Pozo” el haber incluido este libro entre sus publicaciones del año 2006.
En segundo lugar mi agradecimiento especial a los protagonistas, artesanos ellos, por trabajo y oficio, a los que me he acercado y no han tenido inconveniente en explicarme lo que hacían y cómo lo hacían, al tiempo que me enseñaron su taller, herramientas y el producto de su trabajo. Sin su ayuda y buena disposición para ello, este libro no hubiera sido posible. Sé que algunos se han sentido satisfechos de haberlo hecho, pues esto les ha permitido recordar su pasado, unido a su trabajo artesanal, y también recordar su propia vida, a la que han valorado un poco más, al pensar que su trabajo, y ellos mismos, por lo tanto, eran necesarios e imprescindibles en aquellos años.
Gracias, por último, a Elena y Roxana que, como siempre, revisaron los textos y me ayudaron a corregir las pruebas.

Emiliano Pérez Mencía

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